La viva Palabra encarnada no podía quedar enterrada ni tampoco ser corrompida. Aquel que sostiene el universo no estaba atado a él todo estaba ya anunciado si Él quiso perecer como un vulgar bandido fue para vida traer y abrir el santo camino para al Padre llegar. La cortina fue rasgada en la sagrada estancia y en la gloria bendita. Cuando su misión cumplió tenía que demostrar que era el Santo Hijo que vino al mundo alumbrar rescatando al ser humano del ominoso poder que lo ataba al pecado y lo hacía corromper. La muerte está vencida por su gloriosa victoria cuando rompió su cadena. Duermen en paz los justos sabiendo que al otro lado los aguardan tus brazos y que a tu santo llamado un día serán levantados con un cuerpo glorioso libre de corrupción y dolores y tus alabanzas cantando.
Auxiliadora Pacheco M.

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